lunes, 8 de marzo de 2010

RITOS DE HADAS




Cuentan que las noches previas al cambio de estación, las hadas salen al exterior a divertirse con sus bailes y danzas, en el apogeo de sus poderes. La noche más propicia para encontrar un corro de hadas es la Noche de San Juan, su noche preferida. Si una noche, por el bosque, descubre muchas lucecitas a lo lejos que parece que saltan y una música desconocida, está usted asistiendo al baile de las hadas. Para las hadas cualquier día puede ser motivo de fiesta, aunque tres son las noches mágicas en que las leyes mortales quedan derogadas y las hadas salen a celebrarlo al exterior: la noche de San Juan, inicio del solsticio de verano; la noche de Beltane, víspera del Primero de Mayo; y el 31 de Octubre, víspera del Día de Todos los Santos. En estas tres noches se sucede el siguiente rito. Primero preparan sus cortejos mágicos, iniciando un magnífico desfile. Las hadas se ponen sus mejores galas, sus vestidos de rasos y tules. Les acompañan sus corceles, adornados con campanillas y borlas de colores, con el máximo colorido posible, y justo cuando llega la medianoche avanzan en procesión. El orden suele estar establecido, delante los reyes, con todos los honores, y detrás de ellos los siguen los principales caballeros a la orden del rey. Suenan las gaitas, los tambores. Primero un estandarte rojo y un grupo de caballeros, luego el estandarte verde y detrás los caballeros, más tarde el estandarte blanco y detrás más caballeros. Cierra el desfile el resto de hadas y cortesanos. Unas avanzan a caballo, otras danzando y bailando a su alrededor. A estas procesiones se les conoce como “correrías de las hadas”. Cuando termina el desfile se reúnen en círculos alrededor de la hierba y da comienzo el baile. Iluminan el lugar con la luz de las antorchas y al son de las gaitas cantan y danzan hasta el amanecer. Todos saben, o al menos todos deberíamos saber, que en ninguna de estas noches se debe molestar a las hadas, porque si algún mortal, llevado por la curiosidad, atraviesa sus dominios, éstas se pueden mostrar crueles, hacerles sufrir y burlarse de ellos para castigar su osadía. Según afirman las hadas no tienen alma, por lo que es más fácil de comprender que tengan una conducta tan diferente de la humana. Al parecer, las hadas no tienen un alma individual, sino colectiva, lo que explicaría mucho de su forma de actuar. Explicaría su deseo de tener un alma el que en ocasiones se muestren traviesas o malas con el hombre, fruto de la envidia, o también el que anhelen por otro lado unirse a los hombres. El matrimonio con un hombre les daría un alma, por eso es tan terrible para la ley de las hadas el casarse con un hombre, porque se alejan del alma colectiva que las une a las demás. En algunos relatos de matrimonio entre hada y mortal, el hada le pone como condición que jamás le diga lo que oye cuando pasa de nuevo por el sitio donde la recogió, que nunca le diga lo que están diciendo sus hermanas, porque entonces tendría que volver. Normalmente lo que suelen decir es “vuelve con los tuyos”, entre llantos. El dolor que sienten sus hermanas nos confirma la traición que supone para las hadas el que un hada se case con un mortal.

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